jueves, 2 de abril de 2009

Algo para empezar el invierno lector

Si empezara por el principio, ustedes no entenderían nada, porque esta historia viene desde más allá del principio, incluso antes de aprender a escribir, a leer, tanto como antes de hablar no sé. Tanto no creo.


Yo estaba muy tranquilo en la pileta de natación más chica del camping, con apenas 5 años, dando poco a poco el paso hacia la gran pileta.
Siempre la miraba asombrado, sin saber como hacia la gente para hundirse y desaparecer en el fondo. Una vez lo intenté en la pileta chiquita y terminé con la nariz sangrando. Ese día juré que me iba a pasar a la otra pileta.
Aparte de lo hondo había otra cosa que me interesaba de la pileta grande, ella, una hermosura de 7 años que cada vez que la veía me sacaba la lengua.
Yo no entendía porque hacia eso, pero me di cuenta que era yo al único que le hacia esto, eso me hizo sentirme especial, aunque sea por el poco tiempo que ella me miraba.
Su nombre... casi tan hermoso como ella, Micaela. Lo supe porque un día su mamá la había retado por tirarse del tobogán.
Al día siguiente, llovía muy fuerte, lo que hizo que la pileta esté cerrada. Fui hasta la sala de video-juegos y no la encontré, pasaron los días y no la vi más, le pregunté a un amigo de ella y me dijo que había vuelto a Bs. As.
Después de eso fueron unas de las vacaciones más tristes de mi vida.
Yo seguí pensando en ella al pasar los años, seguí yendo al mismo camping, la busqué por todos lados pero nunca más la vi.
Hasta un invierno en el cual yo tenía 12 años y fui con mis padres unos días porque un amigo de ellos estaba muy enfermo y quería ir a pasar unos días al camping que tantas alegrías le había traído.
Estaba caminando alrededor de la pileta y veo que alguien me llama por mi nombre. Asombrado, me di vuelta y ahí esta ella sacándome la lengua, no podía creer, ella se acordaba de mí, de la lengua...
Hablamos hasta tarde a la noche abrazados mirando a los murciélagos paseando por la pileta, ella tenía miedo y cada vez me abrazaba más fuerte. Nos fuimos de la pileta porque el guardia nos echó. Caminamos de la mano dando vueltas al camping hasta llegar a la playa justo cuando estaba empezando a amanecer.
Nos sentamos cerca del mar, nuevamente abrazados. Antes que salga el sol ella me miró y me dijo: - Lucas, sos la persona más hermosa que vi en mi vida.
Y me dio el beso más hermoso de mi vida.

Luego de eso, mi vida cambió, no sabría decir de que manera exactamente, pero me di cuenta que cambió rotundamente.
Veía todo de un color diferente, era todo más lindo, ni los retos de mi madre por tirarme de cabeza a la pileta, o correr por el borde de la misma me importaban, hasta aquel domingo.. aquel domingo...

Siento que me levantan de la cama a los gritos, mi madre con una cara de preocupación que no vi nunca.
Unos hombres habían entrado al camping forzando la entrada. El guardia de seguridad, el mismo que nos había echado de la pileta, los intentó detener pero le propinaron un tiro en el pecho que lo hizo fallecer en el acto.
Ellos venían en búsqueda de alguien y no se irían sin esa persona, cueste lo que cueste.
Mi madre agarró un bolso con comida y algo de ropa y me hizo correr hacia fuera del camping por mi vida, pero no sabia que mi vida se encontraba dentro del camping, en una carpa amarilla.
Si yo le hubiese hecho caso a mi madre no estaría donde estoy, no sería lo que soy.
Pero como imaginarán no le hice caso, corrí un poco para que mi madre vea que me escapaba y luego di la vuelta para buscarla a ella.
En el momento, impulsivo no me di cuenta de las consecuencias que el hecho de volver me podía traer, me podrían haber lastimado, secuestrado, o incluso asesinado.
Pero nada me importaba, solo el hecho de verla a ella sana y salva.


Continuara